vivo en una comunidad de gilipollas...
La Generalitat trató ayer de cortar por lo sano la rebelión (iniciada en un instituto de Valencia, y que amenaza con extenderse a otros), contra su decisión de impartir Educación para la Ciudadanía en inglés. "La sociedad valenciana nos conoce. Ni este consejero ni su equipo se han caracterizado nunca por haberle temblado el pulso a la hora de tomar una decisión", declaró el titular de Educación, Alejandro Font de Mora. Quienes "dificulten, obstruyan, o impidan" que la asignatura se dé en inglés y en las dos opciones (normal y mediante la redacción de trabajos) diseñadas por la Generalitat, añadió, serán sancionados con faltas muy graves, "que podrían conllevar suspensión de empleo y sueldo e incluso la separación del servicio en caso de incumplimiento reiterado".
Los profesores del Ballester Gozalvo, enclavado en el barrio de Torrefiel de Valencia, que el martes decidieron abrumadoramente (65 votos a favor y una abstención) ofertar la asignatura tal y como está prevista en la Ley Orgánica de Educación, y en las dos lenguas oficiales de la comunidad autónoma, recibieron una avalancha de apoyos.
En el plan del Consell, los padres deben entregar, en el momento de la matrícula, un escrito con la opción (a, normal; o b, trabajos de tema libre) con la que desean que sus hijos estudien la asignatura. La mayoritaria confederación Gonzalo Anaya difundió un documento en el que se daba la vuelta a los términos (no hay alternativa entre modelos docentes, y sí entre la lengua, castellano o valenciano, a utilizar), e instó a los padres a entregarlo en las secretarías de los centros.
Casi todas las expresiones de apoyo al claustro de profesores del Ballester Gozalvo fueron acompañadas de una petición a Font de Mora para que reconsidere su complicada estrategia para reducir el impacto de Educación para la Ciudadanía. El consejero "debería pensar si su norma se ajusta a las disposiciones obligatorias de carácter estatal", dijo Ricardo Peralta, delegado del Gobierno, que afirmó, de otro lado, que el Ejecutivo "en ningún caso" promoverá la "desobediencia" a las normas.
El difícil camino por el que se ha adentrado Font de Mora ha sido reconocido desde su departamento: ante la incapacidad (o la negativa) de muchos profesores de las áreas que deben impartir por ley la asignatura (Filosofía y Geografía e Historia) a darla en inglés, Educación recurrirá a la bolsa de trabajo. Pero como tampoco por esa vía cubrirá todas las vacantes, la consejería se dispone a contratar a recién licenciados en alguna de esas carreras con tal de que conozcan esa lengua extranjera.
La rebelión de los profesores se ha iniciado en un centro del norte de Valencia históricamente obrero, pero hay otros que preparan pronunciamientos similares. En realidad, la acción es ante todo simbólica: los docentes no se plantean terminar siendo despedidos, ni tienen tampoco capacidad para oponerse a la Generalitat.
¿Por qué lo han hecho entonces? "Porque la Consejería de Educación se ha rebelado contra un marco legal y nos quiere hacer cómplices. Y eso no lo vamos a aceptar. Si quiere obligarnos, que lo haga, pero nosotros no vamos a ser cómplices", afirma Xosé Souto, profesor del Ballester Gozalvo, que añade: "La decisión del claustro es una reacción de dignidad profesional. Que sean los padres quienes elijan los temas de los trabajos de la asignatura, y que tenga que impartirse en inglés sin que lo pida el instituto, nos parece un ataque contra nuestra dignidad. Estamos hablando de Torrefiel, y de un centro con un 30% de alumnado inmigrante. El conocimiento de la lengua que tendría que apoyarse en todo caso sería el valenciano".
La posición del claustro ha recibido el apoyo de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos. Su presidenta, Puri Martínez, declaraba: "Estamos de acuerdo totalmente. Desde que empezó esta polémica siempre me ha parecido absurdo dar la asignatura en inglés, porque la mitad de los alumnos no se iban a enterar. En lugar de eso, deberían preocuparse de arreglar las deficiencias del instituto, y sobre todo del entorno, que está cochambroso".
La razón, en eso, se la dan las sábanas y los carteles que cuelgan en los edificios que rodean el centro, y que exigen alto aparentemente tan básico como que la Administración termine de asfaltar las calles, o que los descampados-vertederos sean reconvertidos en parques. Dos detalles, el estado del barrio y la protesta, que ayudan a entender por qué la rebelión de los profesores ha empezado aquí.
Ayer, 25 de junio, terminadas las clases, apenas se veían alumnos por el instituto. Dos de los pocos eran Salva y Ainhoa, de 16 años. Una vez informado sobre el contenido de la asignatura, el primero decía: "Me parece muy bien que se enseñe todo eso. Porque algunos chavales van...".