Primero fue Imam al Sharif, ex preceptor de Ayman al Zawahiri, el número dos de Al Qaeda, el que sostuvo en 2007 que la violencia indiscriminada practicada por la organización terrorista "viola las leyes del Corán". Ahora el brazo derecho de Osama Bin Laden está, en cambio, siendo censurado por instar a las mujeres a permanecer en casa en lugar de participar en la yihad [guerra santa islámica].
"La yihad es un deber personal al que todos estamos obligados", declaró Al Zawahiri a finales de abril en una grabación de dos horas de duración colgada en páginas web islamistas. "Los muyahidin tienen derecho a valorar si es necesario reclutar a todos los musulmanes para la yihad". "En consecuencia", prosigue Al Zawahiri, "hago un llamamiento a las mujeres musulmanas para que no dejen a sus hijos porque ellas no están comprometidas con la doctrina salafista". "Deben, al contrario, estar siempre dispuestas a satisfacer las necesidades de los muyahidin al margen de la lucha".
Hace tan solo un lustro, su recomendación hubiese sido acatada, pero cuando el número de mujeres que han perpetrado atentados suicidas en Irak en los cinco primeros meses de este año se eleva, según el Pentágono, a 18 -más del doble que en todo 2007-, las palabras de Al Zawahiri suscitan una oleada de críticas online. "Ellas reivindican la igualdad", señala Abdalá Rami, autor de una tesis sobre el salafismo en Internet.
"Cuando [Al Zawahiri] afirma que no debe haber mujeres en Al Qaeda me entristece y me choca", escribe una islamista que firma con el seudónimo "Compañera de las armas". "Al escucharle tuve la sensación de que mi corazón iba a estallar dentro de mi pecho. ¡Cuantas veces he querido ser un hombre!". "La yihad no es un monopolio de los hombres", le espeta Oum Faroud.
Las intervenciones son anónimas en esos foros islamistas, pero su estilo y lenguaje inducen a pensar que muchas de ellas emanan de mujeres radicales. Alguna web (minbar-sos.com) alienta incluso la "yihad femenina". La anima desde Bruselas Malika el Aroud, la viuda del hombre que en 2001 asesinó en Afganistán a Ahmed Masud, jefe de la guerrilla antitalibán.
Las devotas musulmanas han tardado en sumarse a la yihad. La primera mujer que se mató en un atentado, la libanesa Sana Khyadali, de 16 años, pertenecía a un partido nacionalista de tendencia laica. Murió el 9 de abril de 1985 en Jezzin (sur de Líbano), junto con dos soldados israelíes que le tiraban los tejos.
Hubo que esperar hasta 2002 para que Wafa Idris, una palestina piadosa, se convirtiera en terrorista suicida en Jerusalén. Dos años más tarde, Reem Riyashi, de Gaza, fue la primera madre de familia en suicidarse, llevándose por delante a cuatro israelíes. Dejó dos hijos huérfanos. Estaba vinculada a Hamás.
El jeque Yassin, entonces jefe de Hamás, lo justificó: "Los combatientes varones se topan con muchos obstáculos. Las mujeres son la reserva de nuestro Ejército. Cuando es necesario las usamos".