El Juzgado de Instrucción número 4 de Cádiz ha levantado ya el secreto que pesaba sobre el sumario de las investigaciones en relación al inspector jefe del grupo segundo de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Comisaría Provincial de Cádiz, V. R. M., a quien un confidente ha acusado, entre otros delitos, de colocar drogas a determinadas personas para posteriormente poder detenerlas.
La acusación particular pedirá la inmediata declaración ante el juez del policía sospechosoLas actividades atribuidas a este policía, que aún sigue en activo porque no ha sido siquiera imputado, abarcarían los dos últimos años. Entre las pruebas, todas testificales y auditivas, que tiene ahora el juez sobre su mesa, se encuentra la propia denuncia del confidente, que a cada párrafo o acusación acompañó de la correspondiente cinta -fruto de las conversaciones con el policía que él mismo grabó- y el testimonio de otros tres testigos protegidos, todos también confidentes de la Policía, así como las declaraciones de funcionarios compañeros del sospechoso. Testimonios todos prestados ante el Departamento de Asuntos Internos de la Dirección General de Policía que han pasado a manos del juez.
"Yo quiero carne fresca", manifiesta en alguna ocasión el inspector en las conversaciones grabadas por el confidente, según ha podido conocer 20minutos.es. En la argumentación de la acusación, el policía pretendía atribuirse méritos -de hecho tiene la medalla de oro al mérito policial- con actuaciones como la siguiente: Existía un bar en los Callejones de Cardoso, resultaba molesto a los vecinos, había quejas de que se permitía consumir algunas drogas. De acuerdo a las grabaciones, el jefe del grupo segundo de la Udyco ordenó al confidente que introdujese droga en el baño del referido local, y que se quedara allí esperando, cuando entraron los agentes de la Udyco y sorprendieron el "trapicheo", lo que motivó el cierre del bar.
Su meta parecía realizar el mayor número de intervenciones. En otra ocasión, según continúa la denuncia del confidente, estando éste en el hospital, el inspector le ordenó que pidiera una dosis de droga a un amigo. La incitación al delito funcionó y éste intentó facilitársela. Al entrar en el hospital le estaban esperando el inspector con un compañero.
Pero aún hay más, según el testimonio de otros testigos protegidos, el inspector también ofreció a otro bar, donde se vendía droga, hacer la vista gorda y no cerrárselo a cambio de determinadas cantidades de dinero, aduciendo que no le llegaba el sueldo para terminar el mes. Presuntamente, estas cantidades llegaron a veces hasta los 2.500 euros.
Para algunos es insólito que un proceso sin acusado ni imputado se declare secretoLos compañeros del inspector también han declarado ante Asuntos Internos que les parecía sospechoso que V. R. M. estuviera siempre en el momento y el lugar preciso para encontrar la droga.
La acusación particular piensa pedir inmediatamente que se tome declaración ante el juez del sospechoso.
De hecho, en medios jurídicos se subrayaba anoche lo insólito de que se declare secreto un procedimiento donde, en principio, no hay ni acusado y ni siquiera imputado. Así las cosas, todas las miras están puestas en la actuación de la Fiscalía, a la espera de que aclare este caso, entre los varios denunciados la última semana, de corrupción en los cuerpos y fuerzas y seguridad del Estado que operan en Cádiz, empezando por pedir la prisión preventiva o, al menos, el cese en el cargo, del inspector investigado.
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